sábado, 9 de febrero de 2013

Mi familia


Era una fría y lluviosa mañana de octubre, tal vez, estuviese en mi pequeña cama, cuando me despertaron para sacarme a la calle. Me colocaron mi collar con un pequeño cascabel, y mis dueños me sacaron a pasear. En algún momento del paseo me pusieron en el suelo, pero cuando quise darme cuenta, se alejaron de mi, pensé que se habían despistado, y les espere por mucho tiempo. Quería que volviesen, me sentía tan sola, triste, y tenía mucho frío, mi pequeño cuerpo de cachorro estaba mojado, y sucio por aquel lluvioso día. Tenía hambre, tenia miedo y no me atrevía a moverme para que no me perdiesen mis dueños. Quería que viniesen, y quería que lo hicieran ya, no quería sentirme así de desprotegida, el mundo no es seguro para alguien de mi pequeño tamaño sin saber como defenderme.
No se cuanto tiempo llevaba de espera, hasta que un muchacho me vio, y se apiado de mi situación, me recogió de aquel lugar y pensé, “si me lleva, ¿como me va a encontrar mi familia?” Pero al menos así ya tenia compañía, aunque no sabia cual seria mi suerte.

El muchacho se encontró a un vecino, un hombre con barba, de aspecto serio, y le pregunto, algo de que si me quería, que estaba por ahí sola, bajo la lluvia. No lo dudó, le dijo que si, que podrían hacer algo por mi. Me llevó hasta su casa, y me enseño a su hija, y se marchó, mientras ella se hacia cargo de mi, junto a una perra de ya avanzada edad que me miraba con gran curiosidad, y un gato blanco como las nubes que veía cuando salía a pasear. Me seco y me limpio, y rápidamente fui entrando en calor, recuperaba las ganas de jugar, y me ofrecieron agua y comida caliente. Sabía que ellos me ayudarían a encontrar a mi familia.

La mujer del hombre de la barba, no daba crédito a lo que veía en su casa, ¡otro perro más! Decía que esto no podía ser, que me abandonasen era una crueldad, y que no me podía quedar, que solo estaría allí hasta que encontrasen alguien que me acogiese y se hiciesen cargo de mi. Pero pasaron los días, y nadie me buscaba, mis dueños, no me habían buscado, no me echaron de menos ni por un segundo, aunque en aquella casa, fui haciéndome un hueco, y la mujer se fue acostumbrando a mi.

Llego un día, en el que a aquella anciana perra, se durmió, y no despertó mas, todo era tristeza y confusión para mi. Me preguntaba donde estaría, al día siguiente ya no la vi más. Pero escuché decir, que ahora, ya no podían dejar que me fuese, que ya estaban acostumbrados a mí, y no querían que me fuese con nadie, por que nadie se haría cargo de mí como ellos. Meses atrás pensé que ellos, me ayudarían a encontrar a mi familia, y lo consiguieron, ellos, son mi familia. Nadie como ellos para cuidarme y darme de comer las cosas que más me gustan. Nadie como ellos, saben cuidarme cuando me encuentro mal, y tampoco hay nadie mas que pueda acurrucar en una manta las noches de frío invierno, con el cariño que lo hace MI FAMILIA.

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